11 para cuyo servicio he sido yo constituido heraldo, apóstol y
maestro.
12 Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me
avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy
convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel Día.
13 Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la
caridad de Cristo Jesús.
14 Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en
nosotros.
15 Ya sabes tú que todos los de Asia me han abandonado, y entre ellos
Figelo y Hermógenes.
16 Que el Señor conceda misericordia a la familia de Onesíforo, pues
me alivió muchas veces y no se avergonzó de mis cadenas,
17 sino que, en cuanto llegó a Roma, me buscó solícitamente y me
encontró.
18 Concédale el Señor encontrar misericordia ante el Señor aquel Día.
Además, cuántos buenos servicios me prestó en Éfeso, tú lo sabes mejor.